La caléndula es una de las plantas con más poder antiinflamatorio para uso tópico, motivo por el cual es un ingrediente habitual de las cremas y ungüentos naturales para tratar todo tipo de problemas relacionados con la piel.
Las propiedades de la caléndula se concentran mayoritariamente en la flor, siendo más potente durante los meses de Junio y Septiembre que es su época de recogida, aunque se pueden conservar secas durante todo el año para mantener sus propiedades.
La caléndula se aplica tópicamente para tratar problemas como la dermatitis, obteniendo muy buenos resultados por su poder cicatrizante y antinflamatorio que alivia instantáneamente los picores tan molestos que sufren las personas con dermatitis a consecuencia de la descamación.
Para un alivio instantáneo pueden usarse compresas impregnadas en la infusión de la planta y dejarlas actuar sobre la zona afectada. Para una acción más contundente o como tratamiento a largo plazo, puede optarse por la fabricación de cremas o unguentos a base de vaselina o aceites vegetales.
Las lociones de caléndulas también son un excelente remedio para las quemaduras, ayudan a cicatricar la piel muy rápidamente y a mantener el poder de hidratación durante mucho más tiempo aliviando el escozor y el picor.
El poder cicatrizante de la caléndula también se utiliza con fine estético para ayudar a reparar las marcas ocasionadas para el acné y para este supuesto, pueden utilizarse los preparados con aceite no graso, como el aceite de jojoba, que está especialmente indicado para controlar la producción de sebo, tanto en la piel como en el cuerpo cabelludo manteniendo la humedad.
Por su acción bactericida, la caléndula también ha ofrecido buenos resultados en otras enfermedades de la piel como la infección por hongos y el papiloma que causa las verrugas, suaviza callos y disminuye las costras de la psoriasis.