Una de las técnicas de belleza más demandadas últimamente tanto por hombres como por mujeres es la depilación, y más concretamente la fotodepilación, que se ha llegado a denominar depilación definitiva por la duración de sus efectos.
La fotodepilación abarca en realidad dos métodos: la depilación láser y la de luz pulsada intensa, siendo esta última la más novedosa y la que está dejando en segundo plano a la primera, que comienza a caer en desuso debido a que únicamente es efectiva en pieles claras y vello muy oscuro.
El sistema de luz pulsada consisten en aplicar una fuente de luz especial a través de una lámpara de xenón a una distancia muy corta de la piel. Esta luz es absorbida por la melamina del cuerpo y se convierte en una fuente de calor que eleva la temperatura de la raíz del bello hasta los setenta grados centígrados y que va destruyendo poco a poco esa raíz y como consecuencia el pelo del cuerpo deja de aparecer. Actualmente se combina este tipo de luz con radiofrecuencia, que permite aplicar el método en pieles más oscuras y cabellos más claros, incluso canosos, ya que si bien este pelo no absorbe la luz la radiofrecuencia si afecta a la raíz de este tipo de vello.
Mediante esta combinación se reduce drásticamente el riesgo de que se produzca alguna quemadura en la piel, esto se debe a que la potencia de las lámparas es muy inferior a la de los métodos que utilizan únicamente luz.
Esta forma de depilarse se ha mostrado efectiva en hasta un noventa y cinco por ciento, y aunque se trata de uno de los tratamientos más permanentes que se conocen no se puede considerar definitiva porque con el paso del tiempo el vello vuelve a aparecer de nuevo en el cuerpo.