La última moda en el mundo de los productos de belleza es en realidad un componente del que se ha huido por tratarse de un producto mortal: el veneno de serpiente. Existe hoy una tendencia que comenzó en algunos centros de estética que utilizan cremas formuladas supuestamente a base de veneno de una serpiente en concreto: la víbora del templo, un animal que al parecer abunda en el templo de las serpientes de Penang, una isla malaya.
Sin embargo, la realidad es que estas cremas no contienen veneno de estas serpientes, pues de otro modo debido a la gran demanda que hay de este productos las pobres víboras estarían secas. En realidad, se trata de un polipéptido sintético que está compuesto por tres aminoácidos cuyo efecto es el de bloquear la comunicación entre los nervios y los músculos de la piel, contrayendo el músculo y dejando en al piel un efecto de tersura.
De modo que las cremas que aseguran contener auténtico veneno de serpiente están cometiendo un fraude al ocultar la verdad, además de que en el caso de que realmente se esté usando este tipo de producto se estarían cometiendo varias atrocidades, una de las cuáles sería maltratar a los animales y otra mucho más grave que es poner en peligro la salud de las personas, ya que este veneno puede llegar a producir graves daños si tiene contacto con determinadas mucosas.
Por eso conviene desconfiar de todo lo que se anuncia como legítimo veneno de serpiente pero no cuenta con el respaldo de un laboratorio que explique el modo de desarrollar la fórmula con al que se obtiene la proteína que ofrece las propiedades que hemos comentado anteriormente. Además, estas cremas únicamente sirven para ser aplicadas en la zona facial y el cuello.