Poco se conoce hoy acerca del Kohl, pero hace miles de años era un artículo de importancia en materia de belleza. Se trataba en ese entonces de un producto a base de minerales salinos, que se molían y se mezclaban con otros ingredientes que utilizaban normalmente por las mujeres, y que en la actualidad se usa en el Norte de África incluso por algunos hombres.
El uso de este maquillaje comenzó por la creencia de que poseía poderes mágicos y curativos, pensando que al oscurecer los párpados el sol no les haría tanto daño. Las madres pintaban a sus hijos con este producto cuando nacían porque según ellas les protegería del mal de ojo.
A lo largo de miles de años la fórmula del kohl han ido cambiando. En algunas zonas se utiliza carbón mientras que en otras se hace con sulfuro de plomo, que es mezclado con aceites y semillas. Sin embargo el uso de fórmulas caseras es más extendido que el de productos algo más comerciales porque estas últimas se consideran de una calidad inferior a las primeras.
Durante el comienzo del siglo XX se realizaron esfuerzos para acabar con el plomo en estas fórmulas debido a las contaminación producida por este mineral, lo que provocaba frecuentes casos de envenenamiento como la reducción de la capacidad intelectual, y hasta la muerte en los casos más extremos.
Actualmente hay algunos productos en el mundo occidental que se comercializan bajo el nombre de Kohl, pero en realidad son muy diferentes de los productos de los que estamos hablando, sobre todo porque la normativa sanitaria de los productos cosméticos impide que se usen algunos de los componentes habituales y las preparaciones se realizan también con otros métodos.
Una leyenda islámica cuenta que el gran profeta Mahoma utilizaba este pigmento en los ojos.